Conexión fantástica

Carlota era una chica muy rara. Se pasaba el día lamentándose por la muerte de su padre. Nunca salía. Vivía sola con su madre, y las dos pasaban buenos ratos, pero sin papá todo era diferente.
A Carlota le encantaría que su padre reviviera, para volver a crear un camino con su familia. No quería creer que su padre había muerto, simplemente pensar que un día u otro volvería a casa para volver a pasar esos ratos inolvidables que pasaban juntos.
Su madre, llamada Victoria, la llamó para tomar la merienda, que sería chocolate, pero Carlota no tenía hambre, solamente hacía tres días que murió su padre, y por tanto, se sentía distinta, como si de repente hubiera cambiado su vida.
Ella pasaba algunos ratos divertidos, aunque también tenía sus ratos tristes y solos. Carlota a veces dibujaba cuadros muy difíciles de entender, que supuestamente expresaban soledad y tristeza.
Carlota tenía un gato con unos bigotes enroscados, y sus maullidos eran muy fuertes.
Cuando Carlota se hizo más grande, aproximadamente tenía 18 años, dibujó uno de sus cuadros y tubo la suerte de exponerlo en un museo con mucho color. Pero su amargor seguía dentro suyo.
Carlota, con el tiempo, hizo un delito. Robó uno de los mejores cuadros de ese museo en el cual expuso ese cuadro. Robó un cuadro muy importante. La descubrieron. La metieron en la cárcel, y Carlota tenía mucho miedo. Quería volver a tener su libertad y estar en casa con su madre y su gato. Todas las noches, ella pensaba en lo cruel que había estado.
Al cabo de 3 meses, la sacaron de la cárcel, y le explicó con palabras a su madre el miedo que había pasado.
Fueron pasando los años, y Carlota ya tenía 22 años. Carlota murió de pena. Nunca pudo descubrir el sentimiento de amor, quería coger un sendero y perderse en él. Hacer una escultura con mucho futuro... Pero nada de eso sucedió.
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